sábado, 18 de julio de 2015

POEMA: HUASAMAYO de Germán Walter Choque Vilca

Huasamayo
de Germán Walter Choquevilca
Poeta de Tilcara - Jujuy

 

Primero, antes que todo; fue una danza
voluptuosa en el seno del pantano
Mucho después, un cálido suspiro
en las fauces abiertas del verano. 

Más allá por las altas cordilleras
amaneció de gris en los carámbanos
Corazón en la helada estaláctica
Floración de humedad por el espacio. 

Por esas soledades del silencio
llevaba en su memoria el calendario
Un otoño amarillo de paisajes
Un invierno de río tributario. 

El viento, el sol, el frío, las plegarias...
las negras cerrazones lo encontraron
amaneciendo los cielos de tormenta,
por esas tempestades del verano. 

Llegó al centro del clima por noviembre
Casi ciego de luz por los nublados
Llovió sobre las secas polvaredas
desde el Alto Perchel hasta Abra Mayo.

Llenó los callejones y las sombras
ebrio de noche oscura, por el barro
revolcó las doncellas de las fuentes
con la ardiente lujuria de sus brazos. 

Estrelló sus pupilas de viajero
en el centro bermejo del remanso
Viejo de andar, volvía hasta Tilcara.
Antiguo amor que nunca había olvidado. 


Hasta el puente del recio maderamen
le hizo crujir las vigas de quebracho.
Era el poder inmenso de la tierra
por un puñal de lluvia desangrado.

Oh, mi río de piedras y de espuma,
hijo de la tempestad y del relámpago,
lloro por vos cuando me encuentro lejos,
cuando te nombro, hermano Huasamayo.


martes, 14 de julio de 2015

CUENTOS: MICROCUENTOS DE ALURRALDE

Microcuentos
de César Antonio Alurralde

En Legítima Defensa

Sustrajo el pan, y su condena fue perpetua por haber matado el hambre.

Encierro

Con un lapiz trazó una equis para marcar su centro. Allí apoyó la puntada aguda y acerada del compás que lastimó el papel, luego hizo girar para formar una circunsferencia. Cuando la concluyó se dio cuenta que había quedado encerrado adentro sin la posibilidad de salir. Para su desgracia la goma de borrar estaba afuera.

El Asalto

No quedó muy bien parado y así, tambaleando, pudo salir del paso. Lo encontraron desarmado y sin más recursos que sus puños. Después de todo no era necesario tanta defensa, solo asaltado por los malos pensamientos.

Mortadad

La cordillera dentada mastica unas nubes que se colorean en el horizonte. Comienza por apagarse el cielo. Es cuando muere el día caído en la zanja de un sueño.

Foto El Tribuno de Salta

Nació en Salta 1930. Fue fundador del Coro Polifónico de Salta, coordinador de la Comisión de Cultura de FERINOA y dirigente de Juventud Antoniana. Es autor de los siguientes libros: "Nubes al garete" 1978- poesia, "La casa de los sueños" y " Pajaros del Alba" 1981-poesia, "Cuentos breves" 1984-cuentos brevisimos-, " Los Nadies" 1986 -cuentos-, "Historia del Instituto Provincial de Seguros" 1986 -historia-.
Fue ganador por cuatro veces del primer premio del Concurso Anual de la Direccion General de cultura de la provincia de Salta, tambien ganador, por cuatro veces, del Premio Latinoamericano de la Fundacion Givre, dos en 1983 y dos en 1984 en el genero cuento y ensayo.
El Ministerio de Cultura y Turismo de Salta publicó su obra narrativa completa en 2014 a través de su Fondo Editorial. Estos textos pertenecen a mencionada obra.

sábado, 11 de julio de 2015

POEMA: JUIRA! JUIRA!


JUIRA! JUIRA!
de Domingo Zerpa



Acá les dejo un video de youtube donde el poeta Faustino Flores recita magistralmente esta enorme poesía de Don Domingo Zerpa.


¡Juira juira!¡Juira juira! Burros pardos,
burros negros, vizcachillos y azulejos.
¡Juira juira! pasa el hombre, así gritando,
con cien cargas de costales y aparejos.

¡Juira juira! De las peñas brota el eco
que se pierde como un lloro en los confines.
¡Juira juira! Por el campo triste y seco
pasa el hombre con ojotas y escarpines.

Pasa el hombre con su recua, mustio y grave,
por la falda pedregosa de los cerros;
y las llamas enfloradas de andar suave
van marchando al tilín de los cencerros.

Desde el valle más lejano hasta la Puna
tras su negro cargamento, paso a paso;
muchas veces con los rayos de la luna
y otras tantas con los brillos del ocaso.

¡Pobre paria! De mis llanos sin sonrojos
lejos siempre de los seres más queridos;
con la imagen de sus hijos en los ojos
y la voz de su mujer en los oídos.

¡Pobre paria! doble paria de esta feria
voluptuosa en que se vive y se delira.
¡Pobre paria! que trajina su miseria
sobre el lomo de su grito: ¡Juira juira!¡Juira juira!

¡Juira juira! ¡Juira juira! burros pardos,
burros negros, vizcachillos y azulejos;
¡Juira juira! Por los churquis y los cardos,
y el cantar de las tiutilas a lo lejos.

¡Juira juira! Las vicuñas asustadas
se dispersan por los negros airampales;
y los cuervos... y los buitres por bandadas
van pasando con sus alas espectrales.

¡Juira juira! Sopla el viento en las quebradas
arrastrando nubarrones por los cerros;
y las llamas... las llamitas enfloradas,
siguen, siguen al compás de los cencerros.

¡Juira juira! De repente, sobre el abra,
se arrodilla el caminante ante un mojón,
balbuceando quedamente estas palabras,
esta súplica bañada en emoción:

- ¡Pachamama, santa tierra, Pachamama
de la Puna: io te juro ser tu esclavo,
si es que suben mis burritos y mis llamas,
sin cansarse ni gotita, el cerro bravo!

¡Pachamama! es todo el grito de una raza
que se extingue poco a poco en las colinas,
mientras queda sólo el eco del que pasa
con la eterna voz del Inca: ¡Juira juira! ¡Juira juira!

Vocabulario:

¡Juira juira!: Voz que utilizan los arrieros de la Puna para azuzar los ganados.

Churqui: Espino indígena.

Tiutila: Avecilla de color de canela y plomo, con una mancha negra en el pecho.

Airampales: Terreno cubierto de airampos. Airampo: Familia de cactáceas, cuyo fruto utilizan los nativos para teñir.   





 Nació el 20 de diciembre de 1909 en Runtuyoc, Abra Pampa,  Jujuy. 

Poeta y Profesor, ejercio la docencia en Buenos Aires (Chivilcoy) y se hizo amigo de Julio Cortázar, quien bajo el seudónimo de Julio Denis prologó uno de sus libros.

Un poeta que a pesar de haber vivido muchos años fuera de su terruño, toda su inspiración estuvo siempre en su Abra Pampa, y es considerado como el más importante de los poetas jujeños.

Falleció el 20 de mayo de 1999.-

CUENTO: EL CORAZON DELATOR

El Corazón Delator
de Edgard Allan Poe

¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.

Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.

Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.

Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.

Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:

-¿Quién está ahí?

Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.

Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.

Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.

Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.

Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.

¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.

Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.

Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.

Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!

Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?

Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.

Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.

Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.

Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!

-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!
 
Nació en Boston, Estados Unidos el 19 de enero de 1809. de octubre de 1849.
Fue Escritor, Poeta, Crítico y Periodista. Es reconocido mundialmente como uno de los maestros  del cuento corto. Cultivó la narrativa policial, la novela gótica y los cuentos de terror. Con sus obras contribuyó a las bases de la literatura de ciencia ficción. 
Murió en Baltimore, el 7 de Octubre de 1849   

miércoles, 8 de julio de 2015

POEMA: CANTO ROJO

CANTO ROJO (Tal vez)
de Germán Walter "Curqui" Choquevilca

Tal vez mi canto rojo por sobre el mediodía
tenga un ritmo de ojotas sobre la tierra parda
Tal vez mi canto diga de sueños sin mesura
envuelto en el ronco tambor de los pucaras. 

Tal vez mi canto enjuague las lágrimas de cobre
que ruedan por la oscura mejilla de mi raza.
Quizás tenga mi canto la turbia rebeldía
que ruge en las entrañas de la tierra olvidada. 

Pueda ser que este grito nacido en las tinieblas,
Amanezca en el blanco pañal de la mañana
y atraviese los aires, como venablo indio,
hasta donde termina la patria de las águilas. 
 



Nació en Tilcara, Jujuy el 9 de abril de 1940. Publicó en diarios y revistas bajo el seudónimo de Juan Manuel del Surco. Fue Maestro Normal Nacional y ejerció la docencia en escuelitas rurales.
En 1984 publico“Los pasos del viento”, bajo el auspicio de la Dirección Provincial de Cultura de Jujuy, grabando además un cassette del sello “El Huancar”, con la dirección de José María Mercado, titulado “Tilcara, German Walter Choque Vilca dice sus poemas”.En el teatro General San Martín y la Universidad de Belgrano vibraron sus versos y su voz profunda y grave.  

Murió el 21 de diciembre de 1987.

POEMAS: ROMANCE DEL NIÑO NIÑO Y ROMANCE DEL NIÑO SALVAJE

Romance del Niño Niño
de Julio Cortázar
  (1939, Bolivar)

Con las hormigas rebeldes
él se fabrica su ejercito, 
y da paso a una estategia limpia 
de puro cerebro.
Los peces son las hamacas
donde columpiar sus dedos,
y hacer trizas una luna
es su mejor pasatiempo.
Es este niño tan niño
Que su madre lo cree viejo.

Romance del Niño Salvaje
de Julio Cortázar

¿Por qué estos zapatos prietos
y esta capa y estas medias,
y por qué este simulacro
de libracos y cartera?
¿Se puede saber por qué
me estáis mandando a la escuela?
-7,14,21...
iYo no quiero hacer más cuentas!
A este niño tan salvaje
lo pondrán en penitencia,
para que aprenda la farsa
de números y banderas. 




Nacio en Bruselas, belgica el 26 de agosto de 1914. Escritor argentino. Figura perteneciente al «boom» de la literatura hispanoamericana del siglo XX. Exelete cuentista y novelista, publicó: Novela:Los Premios 1960, Rayuela 1963, 62 Modelo para Armar 1968, Libro de Manuel 1973, Divertimento 1986, El Examen 1986, Diario de Andrés Faya 1986. Prosas breves Historias de Cronopios y de Famas 1962 y Un Tal Lucas 1979. Cuentos: La otra Orilla 1945, Bestiario 1951, Final de Juego 1956, Las Armas Secretas 1959, Todos los Fuegos, el fuego 1966, Octaedro 1974, Alguien que Anda por ahí 1977, Queremos Tanto a Glenda 1980, Deshoras 1982. Ademas escribió Miscelaneas, Obras de Teatro. En poesía publicó: Presencia 1938, bajo el seudónimo d Julio Denis, Pameos y Meopas 1971 y Salvo el Crepúsculo 1984. Tradujo de manera magistral la obra completa de Edgard Allan Poe.

Murió en Paris el 12 de febrero de 1984.

lunes, 6 de julio de 2015

POEMA: EL AJEDREZ


El Ajedrez
de Jorge Luis Borges

I

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?
 
 Nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. Considerado como uno de los escritores más importantes del siglo 20. Publicó Ensayos, cuentos y poemas, también es autor de Antologías de cuentos fantásticos y autor, junto a Adolfo Bioy Casares cuentos policiales. 

Con 55 años quedó ciego totalmente, sus posturas politicas le impidieron hacerse del Nobel de la Literatura al que fue fue ternado durante casi treinta años.

Murió en Ginebra el 14 de junio de 1986.

sábado, 4 de julio de 2015

POEMA: BAGUALA DE LA CHINITA

Baguala de la Chinita
de Antonio Nella Castro

La madre tuvo seis hijos
De distintos padres.
La gente del cerro
Dice que donde hay yeguas potros nacen.
Jacinta
Era la más grande.
Y tenía como doce años
Cuando la dieron para que no se muriera de hambre.
Total hasta Dios
Regaló una vez un hijo de su sangre.
Fue a parar a una familia de clase media:
La señora ama de casa, el marido comerciante.
De entrada nomás la proveyeron
de dos vestidos viejos, un catre,
Un par de zapatillas
Y un peine para despiojarse.
Y a puro jabón y trapo le sacaron la mugre
Hasta hallarle el color de la carne.
Fue como si de pronto
A todo el valle
Le borraran
El paisaje.
O como si de repente
Se hubiera puesto insulso el aire.
La comida no era mucha.
Pero sobraba para alimentarse.
Y podía descansar un rato
Por las tardes

Hasta la hora

De cebar el mate.
Eso sí:
Ni hablar de pagarle.
Con que la criaran
Ya tenía bastante.
Y Jacinta fue creciendo
Como los árboles.
De sólo estar. Hasta que un día
Casi sin darse cuenta parió un hijo de nadie.
Un cachorro angustioso
Desbordado de todas márgenes.
Una guagua del viento
Tirada como una piedra más entre los arenales.
Un animal profundo y lastimado
Brutalmente de balde.
Después… Después volvió a los cerros
Y allí, como su madre,
Jacinta tuvo seis hijos
De distintos padres.

Nació en Salta en 1921. Poeta, escritor y autor teatral. Estuvo muy vinculado al movimiento folclórico de su provinciado, lugar donde legó grandes piezas del cancionero popular tales como "Zamba del chaguanco".
Desde muy joven se radicó en Buenos Aires. Recibió el Premio Municipal de Poesía y el Premio Provincial Salta, este último otorgado por el diario "Clarín". Su obra narrativa "El ratón" obtuvo el Tercer Premio en el 17°Concurso Internacional de editorial Planeta. "El duende y la luna" y "Los ojos azules como papá" son dos de sus obras de teatro. "Baguala solamente", "Tiempo de acuarela, "La elegía heroica" y "El potro pintando" son algunos de sus libros de poemas.
Murió en 1989

POEMA: LA POESÍA

La Poesía
de Ricardo Palma

¿Es arte del demonio o brujería
Esto de escribir versos? – le decía,
No se si a Campomar o a Víctor Hugo
Un mozo de chirumen muy sin jugo.

Enséñame maestro, a hacer siquiera
Una oda chapucera.

“Es preciso no estar en sus cabales,
Para que un hombre aspire a ser poeta,
Pero en fin, es sencilla la receta.

Forme usted líneas de medidas iguales
Luego en fila las junta
Poniendo consonantes en la punta”.

-¿Y en el medio?- “¿en el medio?
¡Ese es el cuento!
Hay que poner talento”.
 Palma1.jpg

Nació en Lima, Perú el 7 de febrero de 1833. Escritor romántico y costumbrista. Trabajó como periodista y participó activamente en la política. Su fuerte era la literatura fantástica, escribió cuentos cortos, sin embargo escribió poesía y ovelas también. Publicó: El hijo del sol, teatro1849, Consolación, ensayo 1851, Rodil, teatro 1851; La hermana del verdugo teatro 1851, La muerte o la libertad, teatro; 1851, Corona patriótica, "apuntes biográficos" 1854, Poesías 1855, El santo de Panchita teatro 1859, Anales de la Inquisición de Lima, ensayo histórico 1863, Congreso constituyente, teatro1867, Armonías poesía 1895, Lira americana 1895, Pasionarias, poesía 1870, Tradiciones1872, Don Juan del Valle Caviedes, ensayo 1873, Tradiciones. Segunda serie 1874, Tradiciones. Tercera serie 1875, Tradiciones. Cuarta serie 1877, Verbos y gerundios, poesía 1877, Monteagudo y Sánchez Carrión. historia 1877, Tradiciones. Quinta serie 1883, Tradiciones. Sexta serie 1883, El demonio de los Andes historia 1883 (2ª edición en 1911), Refutación a un compendio de historia del Perú 1886, Poesías, antología de 1848 a 1860, Confidencias literarias 1887, Ropa vieja, sétima serie de Tradiciones 1889, Cristián, homenaje a su hijo a los diez meses 1889, Tradiciones peruanas edición extranjera Buenos Aires 1890, A San Martín, poema 1890, Ropa apolillada, octava serie de Tradiciones1891, Filigranas. Aguinaldo a mis amigos poemario 1892, Tradiciones peruanas, 4 volúmenes 1893-96, Neologismos y americanismos 1896, Recuerdos de España 1897, Tradiciones y artículos históricos 1899, Cachivaches, artículos literarios y bibliográficos 1900, Dos mil setecientas voces que hacen falta en el Diccionario. Papeletas lexicográficas 1903, Mis últimas tradiciones peruanas y cachivachería 1906, Apéndice a mis últimas tradiciones peruanas 1910, Poesías completas 1911, Tradiciones selectas del Perú 1911, Las mejores tradiciones peruanas 1917. Murió el 7 de octubre de 1919 en Perú

viernes, 3 de julio de 2015

POEMA: ESTA TIERRA ES HERMOSA

Esta Tierra es Hermosa
de Manuel J. Castilla

Esta tierra es hermosa.
Crece sobre mis ojos como una abierta claridad asombrada.
La nombro con las cosas que voy amando y que me duelen;
Montañas pensativas, lunas que se alzan sobre el chaco
Como una boca de horno de pan recién prendido,
Yuchanes de leyenda
En donde duermen indios y ríos esplendentes,
Gauchos envueltos en una gruesa cáscara de silencio
Y bejucos volcando su azulina inocencia.
Todo eso quiero.
Y hablo de contrapuntos encrespados
Y de lo que ellos para virilmente sangrientos
Cuando el vino en la muerte es un adiós morado.

Esta tierra es hermosa.
Déjenme que la alabe desbordado,
Que la vaya cavando
De canto en canto turbio
Y en semilla y semilla demorado.
Ocurre que me pasa que la pienso despacio
Y que empieza a dolerme casi como un recuerdo,
Y sin embargo, triste, la festejo.
Mato los colibríes que la elogian
Como quien apagara los pétalos del aire.
Hondeo como un niño ángeles y campanas
Y cuando así, dolido, la desnudo,
Cuando así la lastimo,
Me crece, ay, una lágrima en la que apenas si me reconozco.

Digo que me le entrego.
Digo que sin saber la voy amando,
Y digo que me vaya perdonando
Y en un perdón y en otro que le pido 

Digo que alegremente voy sangrando.

Nació en la casa ferroviaria de la Estación de Cerrillos (Salta), el día 14 de agosto de 1918. Realizó estudios primarios en la Escuela Zorrilla para luego estudiar el secundario en el Colegio Nacional de su provincia natal.

Se dedicó al periodismo y las letras. Es uno de los escritores fundadores del grupo "La Carpa". Además de sus colaboraciones en diarios y revistas nacionales, publicó los siguientes poemarios:

Agua de lluvia (1941), Luna Muerta (1944), La niebla y el árbol (1946), Copajira (1949,1964, 1974), La tierra de uno (1951, 1964), Norte adentro (1954), El cielo lejos (1959), Bajo las lentas nubes (1963), Amantes bajo la lluvia (1963), Posesión entre pájaros (1966), Andenes al ocaso (1967), Tres veranos (1970), El verde vuelve (1970) y Cantos del gozante (1972), Triste de la lluvia (1977), Cuatro Carnavales (1979). También publicó un texto en prosa: De solo estar (dos ediciones en 1957) y el libro Coplas de Salta (1972, con prólogo y recopilación de Castilla).

En 1957 obtuvo el Premio Regional de Poesía del Norte (trienio 1954-56, Dirección General de Cultura de la Nación), por su libro Norte adentro fue galardonado con el Premio "Juan Carlos Dávalos" para obras de imaginación en la producción literaria (trienio 1958-60, Gobierno de Salta) por el poemario El cielo lejos, y con el Premio del Fondo Nacional de las Artes (Mendoza, Trienio 1962-64) por su libro Bajo las lentas nubes. En 1967 recibió el Tercer Premio Nacional de Poesía por su obra Posesión entre pájaros. Entre otras de sus más importantes distinciones se incluyen el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (1973), el Primer Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Educación y Cultura de la Nación (trienio 1970-72) y el Primer Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Educación y Cultura de la Nación (trienio 1973-75). Falleció en Salta, el 19 de julio 1980 por razones de diabetes.
 

jueves, 2 de julio de 2015

POEMA: SIN RETRATO

Sin Retrato
de Julio César Luzzato

Aquí donde el libro se abre,
debió estar, como se impone,
con el negror de sus barbas
y el oro de sus galones.
No está porque su figura
entró con él a la noche.
Partió sin dejar retrato,
por lo cual no es menos prócer.
Se descuidó de su luz,
de su imán y de su porte.
¿El incendio y el torrente
sueñan en ser medallones?
Para dibujar la estampa
del Güemes que hoy se conoce,
los pinceles escucharon
la voz antigua del monte.
Orillaron la memoria
del cerro que fue su molde,
la de los fuegos agrestes
y las guitarras insomnes.
Alguna lanza olvidada
También arrimó sus voces,
y el viento que anda sin rostro,
sin edad y sin colores.
Se olvidó de su retrato,
pero dejó sus acciones,
donde se lo ve como era
al resplandor de su nombre.
Trajinante como el río,
que hasta duerme en el galope,
la guerra no le dio tiempo
de posar ante pintores.



Nació en Salta el 9 de Agosto de 1915. La obra del poeta fue editada íntegramente en Salta en 1984 por la Dirección de Cultura de la Provincia, encontrándose actualmente agotada. El poema que transcribimos es el primero de los 16 que integran al Romancero "Guemes y Otros Cantares" 1964.
Murió en Buenos Aires el 2 de junio de 2000.